Aprender de los niños, ¿La clave para desarrollar nuevas vacunas contra la tuberculosis?
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13 mayo 2025
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Por Carlos Ernesto Sandoval, Cristian A Segura
Carlos Ernesto Sandoval Torres 1, Cristian Alfredo Segura-Cerda 2.
1 Plan de Estudios Combinados en Medicina (PECEM), Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México.
2 Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación SECIHTI-CIATEJ. Guadalajara, Jalisco.
La tuberculosis es una enfermedad producida por bacterias del complejo M. tuberculosis, que anualmente infecta alrededor de 10.8 millones de personas y produce 1.25 millones de defunciones. (1) Ante esta emergencia global, la vacunación promete ser la vía más efectiva para reducir la incidencia. Sin embargo y a pesar de los esfuerzos de diferentes grupos de investigación alrededor del mundo, no se cuenta aún con una vacuna eficaz para prevenirla. (2) A pesar de no contar con una vacuna completamente efectiva, hoy contamos con la vacuna BCG, que es parcialmente efectiva contra la tuberculosis. En niños y niñas, esta vacuna es muy efectiva para prevenir la tuberculosis diseminada, sin embargo, en adolescentes y adultos es ineficiente para prevenir la tuberculosis pulmonar. (2)
Un paso importante para desarrollar mejores vacunas contra la tuberculosis es entender por qué la vacuna BCG es más eficiente en niñas y niños que en adolescentes y adultos, y para ello es fundamental conocer cómo funciona su sistema inmune. Recientes investigaciones han resaltado el papel de diferentes familias de células del sistema inmune que participan de diferente manera en niñas y niños que en adolescentes y adultos. (3)
Para adentrarnos en ello, puedes imaginar el sistema inmune como un pueblo con muchas “familias”. Cada familia tiene una función específica y se complementan para que todo funcione adecuadamente. Una de esas familias - a la cuál llamaremos “familia inflamatoria” (sistema inmune adaptativo)- se encarga de plasmar recordatorios de los microorganismos dañinos (virus, bacterias, hongos o parásitos) que entran en nuestro cuerpo para poder combatirlos. (3)
Mientras que otra familia -a la cuál llamaremos “familia antiinflamatoria” (células T y B reguladoras)- cumple funciones diferentes como detener el ataque; por contradictorio que parezca, esto en realidad es beneficioso, dado que cuando las defensas atacan a un invasor no sólo atacan al invasor, sino que hay daño colateral e inevitablemente dañan el cuerpo. En la mayoría de los casos no sucede un gran daño porque las familias encargadas de detener el ataque entran en acción y así se mantiene un equilibrio. (3)
Cuando administramos vacunas en los adultos, usualmente buscamos “entrenar” a nuestras defensas para que recuerden a un microorganismo y que éste “recuerdo” dure mucho tiempo con la finalidad de que puedan defendernos en el futuro.
Sin embargo, al hacer esto en los recién nacidos o en los niños, funciona de una manera diferente porque ellos no tienen un sistema inmune capaz de “recordar” microorganismos a largo plazo, sino que más bien su sistema inmune tiene otras tareas que considera más importantes. ¿cuáles y para qué? Cuando un bebé nace, se expone a un nuevo ambiente al que tiene que adaptarse. Esto incluye su adaptación a bacterias que pueden vivir en todo su cuerpo -bacterias que son consideradas “buenas” y que viven con nosotros toda la vida. Si el sistema inmune respondiera agresivamente a éstas, podría causar daños innecesarios (3).
Por lo tanto, las familias mencionadas anteriormente no actúan de la misma manera en los adultos y niños. En su lugar, la familia antiinflamatoria juega un papel más importante en la niñez, ya que su función es proteger y preservar las bacterias beneficiosas (4).
¿Entonces por qué si ponemos la vacuna después de los 14 años va perdiendo su efectividad? ¿Y por qué aunque la pongamos en etapas tempranas de la vida no protege contra la tuberculosis pulmonar en la adultez? La evidencia parece apuntar a que otra “familia” a la cúal llamaremos “familia centinela” (sistema inmune innato) entra en acción junto con la familia “antiinflamatoria” durante la infancia y éstas familias incluyen unos sensores que se conocen como receptores TLR (Toll-like receptors). Estos receptores actúan como sensores que disparan la respuesta inmune ante distintos invasores, incluida Mycobacterium tuberculosis. Estos sensores son sensibilizados por la vacunación con BCG, es decir, la vacunación hace que respondan con mayor facilidad ante la presencia de Mycobacterium tuberculosis. Lo curioso es que, hace años, se pensaba que esta “familia centinela” no podía generar memoria inmunológica, ya que responde a estímulos muy generales (5). Sin embargo, hoy sabemos que, gracias a la BCG, algunas personas desarrollan una respuesta lo suficientemente temprana para frenar la propagación de la bacteria por todo el cuerpo, aunque no llegue a proteger completamente los pulmones (6), (7).
Es por eso que algunas personas desarrollan desde etapas tempranas de la vida una respuesta inmunitaria lo bastante fuerte como para impedir que Mycobacterium tuberculosis se propague por todo el organismo. Sin embargo, esa misma respuesta no siempre logra “identificar” con claridad a la bacteria en los pulmones (sobre todo en la adultez). En otras palabras, “la recuerdan” lo suficiente para evitar su diseminación, pero no tanto como para bloquear la infección pulmonar a largo plazo (6).
Así, una vez que la bacteria entra al cuerpo, las defensas dificultan que se escape hacia otros tejidos, pero la lucha entre el sistema inmunitario y el microorganismo sigue siendo intensa. Por eso, aunque la BCG ayuda a prevenir las formas más graves de la enfermedad, no siempre evita la infección en los pulmones (6).
Hasta ahora conocemos muy poco sobre los efectos de la vacunación en la familia “centinela” y específicamente sus efectos a largo plazo o si podemos aprovechar sus funciones en la adultez. La ausencia del reconocimiento del potencial de la “familia centinela” y “antiinflamatoria” para generar memoria durante muchos años sugiere que podrían existir otras “familias” - y que podríamos estar ignorando en la actualidad- dentro del sistema inmune capaces de montar una respuesta defensiva contundente. Explorar estas posibilidades mediante modelos de vacunación en la infancia que actualmente se llevan a cabo (8) , podría ser clave para desarrollar nuevas y mejores vacunas contra la tuberculosis.
Creado con Biorender.com
Diferencias en la respuesta inmune a Mycobacterium tuberculosis entre la infancia y la adultez. La vacuna BCG aplicada durante la infancia influye en la “familia centinela” y en la “familia antiinflamatoria” para evitar que la infección se propague por todo el cuerpo, mientras que en la adultez esta respuesta se ve sustituida por una respuesta inflamatoria que mantiene la lucha contra el microorganismo, pero en muchos casos no es capaz de evitar una infección en los pulmones.
Referencias:
8. Juarrero MG, Ramos L, Obregon-Henao A, Henao-Tamayo M, Bowen R, Izzo AA, et al. Minipigs as neonatal animal model for tuberculosis vaccine efficacy testing. J Immunol [Internet]. 1 de mayo de 2018 [citado 9 de marzo de 2025];200(1_Supplement):59.12. Disponible en: https://doi.org/10.4049/jimmunol.200.Supp.59.12
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