Es a partir del año 2020 y a consecuencia de la pandemia que se vive actualmente, la cual es causada por el SARS-COV-2, que para la humanidad la palabra virus ha tomado un gran significado, pues ahora nos encontramos más alerta y conscientes de la peligrosidad que pueden representar para la salud la infección con estos casi organismos vivos, llamados virus.


Y es que, un virus es un microorganismo del rango de los más pequeños,  nivel nanómétrico (1 x 10^-9), solo visibles al microscopio eléctrónico, los que además no son capaces de sobrevivir por si solos,  pues requieren y  depende de una célula viva y funcional, la que es usada como herramienta para la producción de proteínas virales, su ensamble y así la generación de nuevas e inumerables partículas virales, que pueden salir de la célula y causar la enfermedad o bien la perdida del bien estar en un organismo sea animal o vegetal.


Pero vayamos con más lentitud, desde tiempos ancestrales hemos estado constantemente en contacto con diversos tipos de virus, lo que muestra que no todos representan un peligro para la humanidad, la razón, es su gran variedad, pues poseen distintas capacidades para causar daño ya que son especie específica, es decir, por ejemplificar, un virus vegetal difícilmente causará daño a un humano y un virus dañino al hombre dificilmente causará daño a un vegetal.


Dentro de esa gran diversidad de virus, existen unos virus con capacidad oncolítica, descritos así de la combinación de las palabras, onkos = tumor o bulto y lítico= ruptura o lisis. Este tipo de virus  fueron reconocidos desde el siglo XIX y han atraido considerable interés como posibles agentes para la destrucción de tumores, ya que se reportaron casos de la regresión de ciertos tipos de cáncer al adquirir una infección viral, lo que se denomina viroterapia (terapia por el uso de virus). Desafortunadamente, dar sustento científico en el siglo XIX al potencial de usar los virus como viroterapia era casi imposible, pues en su intensión de mostrar su efectividad, se usaron fluidos de animales o humanos como fuentes virales para la terapia, lo que causó transmisión de enfermedades y resultados poco confiables y nada concluyentes, a consecuencia de la limitante de obtener virus aislados.
 

La limitante de producir virus en grandes cantidades, se subsanó a partir de la primera década del siglo XX, cuando un embriólogo llamado Ross Harrison por primera vez fue capaz de, en condiciones de laboratorio, manener embriones de pollo en crecimiento, generando la posibilidad y los fundamentos de cultivo de tejidos, lo que derivó el desarrollo del cultivo celular in vitro (fuera del cuerpo) y con ello el uso de células, para entre otras cosas, infectarlas para la proliferación, producción y aislamiento de virus.

Adicionalmente, ahora se conocen las secuencias genómicas de muchos virus y sus características, lo que permite mediante la biotecnología, el poder modificarlos genéticamente para conferirle ciertas cualidades, como por ejemplo, propiedades oncolíticas.


La viroterapia usando virus oncolíticos  (VOs) está emergiendo como una modalidad de tratamiento contra el cáncer, por combinación terapéutica del efecto de lisis específica sobre células tumorales más la estimulación del sistema inmune, debido a la ruptura de dichas células y la liberación de antígenos asociados a tumor (TAAs en inglés), los que pueden ser reconocidos y generar una respuesta en las células inmunes, por tanto, tiene una acción potencial para vacuna in situ en tumores.
 

Hasta 2016 aproximadamente, se habían desarrollado 40 ensayos clínicos con pacientes, usando un rango de VOs para múltiples tipos de cáncer. Hoy en día, existen muchos más ensayos planeados, por lo tanto, se reconoce que en la actualidad es un periodo activo de estudios clínicos con VO en la historia en este campo.

El primer hito que se concluyó en los ensayos clínicos con respecto a viroterapia con VO y que llegó a fase clínica 3, fue usando el virus del  herpes simple de forma intratumoral en el producto talimogene laherparepvec para melanoma metastásico. Fue en octubre de 2015 por la FDA (Food and Drug Administration) de Estados Unidos, quien  aprobó su uso  para melanoma y por la EMA (European Medicine Agency) en el año 2016.


Además de virus modificados genéticamente para que sean oncolíticos como en talimogene laherparepvec, existen virus como el de Newcastle (NDV) con propiedades oncolíticas inherentes.


NDV causa una enfermedad altamente infecciosa en aves en todo el mundo, pero en el caso  que accidentalmente un humano, por condiciones de estar relacionado o cerca de sistemas de producción avícola, se infectara, solo causa sintomatología de un catarro leve y conjuntivitis.  NDV en humanos se ha reportado que tiene efectos oncolíticos e inmunoestimuladores, replicándose en células tumorales, como por ejemplo las de cáncer de próstata (CaP), causando así la lisis celular.

CaP tiene alta incidencia y mortalidad en México, con el segundo lugar entre diferentes tipos de cáncer y con mal pronóstico en personas mayores de 65 años. En nuestro laboratorio en un modelo de CaP in vitro que mimetiza desde células de cáncer temprano usando células denominadas PC3, hasta en células de etapas más avanzadas de CaP como son DU145, pudimos probar que NDV tiene un efecto citotóxico, además, este efecto puede ser mejorado por el uso de silenciamiento de genes relevantes en la progresión de cáncer como BMI-1. Esto abre las puertas a profundizar en el estudio del potencial de VOs como NDV por ser inocuo al humano para su uso en viroterapia y su evaluación en  CaP y otros cánceres.